viernes, 2 de marzo de 2012

Doce segundos de oscuridad.

Por Dani Alés.

Hace poco me dijeron que un faro tarda doce segundos en dar una vuelta completa con su haz de luz, de manera que todo aquel al que le oriente necesita de esos doce segundos de oscuridad para saber exactamente dónde esta el faro.

Lo de que sean doce o siete poco o nada me importa en realidad, pero como la premiadísima canción de Drexler establece que son doce, y además es un buen número por lo que tiene de simbólico: doce segundos como doce uvas, como doce horas, como doce meses...

La oscuridad, en definitiva, es necesaria para orientarse, para saber a dónde sí y a dónde no queremos ir. La oscuridad, la destrucción, el error... Vamos forjándonos, nutriéndonos, esculpiéndonos a golpe de noches, de soledades, de silencios. Amigos que no están, hermanos que nos niegan, amores que nos rompen y nos matan en mucho menos que doce segundos o en mucho más que doce meses, quién sabe.

Doce segundos para el vértigo de la noche. Doce segundos para tener paciencia. Para esperar, para evitar el naufragio, para no perder el norte. Doce segundos de oscuridad, pero el haz de luz siempre llega.


Tomado de la página web de "aunalia", hace ya un tiempo.
Esta página web ya no existe.

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