sábado, 29 de noviembre de 2008

Bosques domésticos.

Oí contar esta semana la siguiente anécdota que vivió en persona quien la relataba: unos señores de Madrid que viajaban por Andalucía, y que se extraviaron en una carretera de la provincia de Jaén, llamaron por el teléfono móvil a quienes les estaban esperando, a fin de que les guiasen y les indicasen cómo deberían proseguir para llegar a su destino; estando en dicha tesitura, se mantiene la siguiente conversación:
- ¿Pero dónde os encontráis?
- Perdidos, en medio de un bosque.
- ¿Perdidos en un bosque?, pero en un bosque ¿de qué?
- En un bosque de olivos
, contestaron.

Para mí, al menos, la anécdota tiene su gracia, porque es que, cuando se atraviesa la provincia de Jaén, todo el paisaje se compone de olivos; así que, supongo que sin ser conscientes de ello, la pista que estaban ofreciendo, para poder ser localizados, era prácticamente nula.

Me sirve la anécdota también para, al hilo de ella, comentar que ya ha comenzado la recolección de la aceituna, que en esta época tanto influye en el trasiego diario de pueblos y ciudades pertenecientes a comarcas aceiteras; durante los próximos meses, serán muchas las personas que se dediquen a la recogida del fruto del olivo, ese árbol que se extiende como un auténtico mar a lo largo y ancho de numerosos lugares del sur de España, conformando lo que algunos han dado en llamar el “bosque doméstico” del área mediterránea.

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