Yo quería, Platero, que tú entraras aquí conmigo; por eso te he metido, entre los burros del ladrillero, sin que te vea el enterrador. Ya estamos en el silencio... Anda...
Mira; éste es el patio de San José. Ese rincón umbrío y verde, con la verja caída, es el cementerio de los curas... Este patinillo encalado que se funde, sobre el poniente, en el sol vibrante de las tres, es el patio de los niños... Anda... El Almirante... Doña Bonita... La zanja de los pobres, Platero...
¡Cómo entran y salen los gorriones de los cipreses! ¡Míralos qué alegres! Esa abubilla que ves ahí, en la salvia, tiene el nido en un nicho...
del libro "Platero y Yo",
de Juan Ramón Jiménez.
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ResponderEliminarPor una anomalía en mi pc no me dejaba comentar en los blog,pero no he dejado de visitar el tuyo porque me gusta leer lo que publicas,ademas esto de los bloguer va a temporadas hay algunas que no se te ocurre que publicar,pero hay que tomarlo como un hobby y no agobiarse como si fuera obligación.
ResponderEliminarUn saludo.
Pilar
Gracias por vuestro comentarios:
ResponderEliminarManolo, el soneto de Quevedo me pareció muy oportuno: estaría bien que lo repusieras.
Pilar, deseo que estés mejor.
Perdón por no contestar antes, pero tampoco dispongo de tanto tiempo.
Lo que ocurre Antonio, es que en este tiempo está uno más trascendental de lo aconsejable.
ResponderEliminarCuando pusiste la entrada la vi de una forma y días después de otra, por eso la quité, pero la vuelvo a poner:
Quevedo sobre la fugacidad de la vida
¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh cómo te deslizas, vida mía!
¡Qué mudos pasos tras la muerte fría
con pisar vanidad, soberbia y galas!
Ya cuelga de mi muro sus escalas,
y es su fuerza mayor mi cobardía:
Por vida nuevo tengo cada día,
que el tiempo cano nace entre las alas.
¡Oh mortal condición! ¡Oh dura suerte!
¡Que no puedo querer ver el mañana
sin temor de si quiero ver mi muerte!
Cualquier instante de esta vida humana
es un nuevo argumento que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera y cuán vana.
Un saludo,
Gracias Manolo por haber repuesto este soneto, tan incisivo, de Quevedo.
ResponderEliminarBuen fin de semana.