Ella pinta cuadros, lee libros y es aficionada a la música; la ventana del dormitorio de su casa ventila a la plaza donde los niños juegan en las calurosas noches de verano y desde donde la oyen cantar. En ocasiones sale, se sienta en un banco y les cuenta historias de miedo.
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Le gusta vestir ropas que no van a la moda, luce collares de distintos colores y cuelga de sus brazos llamativos bolsos y de sus muñecas numerosas pulseras. Como vive sola, le agrada que los niños se acerquen a ella y le pregunten por historias de tiempos pasados.
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Casi siempre está alegre, pero también hay días en los que parece triste y abatida. La otra noche, acuciada por el desánimo y el cansancio, no contó historia alguna sino que, más bien, la mostró: recogiendo su cabello, descubrió la sien y, en ella, una profunda hendidura donde se podían introducir los dedos de las manos de cualquiera de aquellos niños que, puestos en fila, esperaban su turno y que, cuando éste llegaba, salían corriendo, asustados y despavoridos, al observar aquella tremenda cicatriz.
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Los niños no pudieron dormir esa noche: hicieron muchas preguntas y los mayores les contestaron que lo que habían visto era la trágica huella que, en la cabeza de una chica adolescente, dejó un arma homicida, movida por el odio y la barbarie, muchos años atrás, en la vorágine de una guerra fraticida; aquellas inocentes criaturas siguieron sin entender nada.
Antonio, mi enhorabuena por este relato. Está muy bien escrito, es ágil e intrigante. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo. Rocío
Gracias Rocío por tu comentario.
ResponderEliminarMañana se celebra aquí la carrera del Alzheimer que tanto comenté en este blog el año pasado. Este año no corro, pero sí colaboro en su desarrollo; ya contaré como resulta todo.
Feliz fin de Semana.
Saludos. Antonio
Ayer sábado fue mi cumpleaños y piensas inevitablemente en otros cumpleaños, regalos que te hicieron, acontecimientos vividos, etc. Debe ser triste padecer Alzheimer y no recordar tu pasado y lo que has sido. Buena colaboración la tuya, Antonio. Feliz semana a ti también. Rocío
ResponderEliminarAunque con cierto retraso, Feliz Cumpleaños, Rocío.
ResponderEliminarAyer se celebró la carrera y la hice en bicicleta, sin competir; todo un placer para mí: no sé si fui yo quien colaboró en su desarrollo, o si fue la prueba atlética la que me ayudó a mí (digo esto, por todo lo que me ilusiona).
Un abrazo. Antonio
Me ha encantado la historia; encima basada en hechos reales...
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