En el siglo pasado, un turista visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim.
Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una mesa y una banqueta.
- "¿Dónde están los tuyos?", replicó Hofetz.
- "¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante, estoy aquí de paso".
- "Lo mismo que yo", dijo el rabino.
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